Hoy nos paramos a reflexionar si esto de escribir tiene algún beneficio para nosotros. No planteamos si tu profesión es la de escritor, periodista o si tu trabajo consiste en redactar informes, se trata de algo más simple y a la vez más importante, porque involucra a nuestras más íntimas y exigentes emociones. Se trata de escribir sobre nosotros mismos.
Casi todos, en mayor o menor medida, conocimos en nuestra juventud a personas que relataban sus experiencias en un diario. Hoy, casi todo el mundo escribe mensajes cortos vía email, msm y más recientemente utilizando WhastApp de una forma casi abrumadora, y en más de un caso con evidentes síntomas de trastorno adictivo. Nos relacionamos así con la familia, amigos, pareja o compañeros de trabajo, mediante un lenguaje escueto, directo; se trata sin duda de sistemas avanzados y muy útiles para relacionarnos con casi todas las personas y cosas con las que coexistimos, salvo quizá con nosotros mismos.
Difícilmente estos poderosos medios de los que disponemos en la actualidad son capaces de recoger el contenido emocional de los sentimientos expresados en un diario manuscrito, o las defenestradas cartas en las que se plasmaban tantos estados de ánimos y desahogos. En ambos casos, escribir suponía reflexionar pausadamente sobre nuestra situación vital.
Escribir sobre uno mismo, pensamos y compartimos muchos psicólogos, es un ejercicio de gran validez para conectar con las cosas importantes que nos pasan en nuestras vidas. Vivimos de forma acelerada y necesitamos en más de una ocasión tener la oportunidad de cuestionar nuestros planteamientos, nuestras actitudes, nuestros comportamientos. Muchos de nuestros problemas de estrés y ansiedad tienen que ver no con el ritmo trepidante de nuestras vidas, sino con la incapacidad para detenernos a buscar soluciones adecuadas al mismo. Reflexionamos poco sobre si lo que hacemos es realmente lo que queremos hacer, si nuestros propósitos son realmente los nuestros y no los de otros, de dónde nos viene la insatisfacción y tantas y tantas otras cosas que nos pasan con frecuencia. Cuando escribimos sobre nosotros mismos podemos abordar de una manera muy profunda todas estas cuestiones tan importantes para nuestra salud psicológica y nuestra calidad de vida. Es decir, escribir te ayuda a conocerte porque antes o después terminas por expresar lo que sientes. Cuando escribes te vas liberando de tus pensamientos. Si algo te enojaba llegas a ver que le dabas más importancia de la que en realidad tenía, le quitas dramatismo y eso ocurre porque mientras escribes reflexionas; no lo haces tan deprisa como pensado solamente. Escribir es terapéuticamente una forma de reconstruirse.
Existen múltiples estudios sobre los beneficios de escribir acerca de nuestras vivencias, traumas y dolores. Entre ellas, podemos citar la conocida “terapia del diario” llevada a cabo por Susan Bauer-Wu (Carnegie Mellon University) con pacientes oncológicos durante cuatro días al mes y repetirlo al cabo de ese tiempo. Este tipo de terapia basada exclusivamente en la escritura ha demostrado la eficacia en la mejora de los estados emocionales de las personas. Los pacientes lograban una reconciliación de conflictos emocionales, disminución de los síntomas depresivos, reducción de la ansiedad, mejoría en el sueño nocturno y aumento de la autoestima. Por su parte, el psiquiatra Arciero Giampiero, especialista en identidad personal matiza “los ejercicios de escritura emocional facilitan la tarea de secuenciar narrativamente los hechos traumáticos permitiendo construir un puente entre quiénes éramos antes del suceso y quiénes somos en la actualidad”
En definitiva, escribir la experiencia en un diario te obliga a organizar y a integrar tus pensamientos y vivencias. Dicho de otro modo, escribir te ayuda a darle sentido a tu vida, a tus adversidades y traumas. Cuando una experiencia la dotamos de sentido y estructura, parece mucho más manejable que cuando se representa mediante una mezcolanza de pensamientos e imágenes caóticos. Por lo tanto, lo que podemos conseguir a través de esa escritura es ser un poco más felices.
Compartido por Raquel
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