Lamentablemente, el suicidio es considerado por algunas personas como la solución final a una situación que perciben como insuperable. Hay quienes intentan suicidarse o piensan de una u otra forma en acabar con sus vidas por el hecho de sentirse incapaces de afrontar las dificultades de la vida.
A veces, los sentimientos negativos como el rechazo de los demás, la pérdida de un ser querido o el dolor de una ruptura amorosa, pueden actuar como desencadenantes del suicidio.
Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
La Depresión y el Suicidio
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos.
Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Síntomas de alerta
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
¿Cómo ayudar a alguien que piensa en el suicidio?
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
Por supuesto, buscar ayuda profesional es esencial, pues psiquiatras y psicólogos pueden proveer ese apoyo que la persona con tendencias suicidas necesita urgentemente para afrontar sus problemas.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
Lamentablemente, el suicidio es considerado por algunas personas como la solución final a una situación que perciben como insuperable. Hay quienes intentan suicidarse o piensan de una u otra forma en acabar con sus vidas por el hecho de sentirse incapaces de afrontar las dificultades de la vida.
A veces, los sentimientos negativos como el rechazo de los demás, la pérdida de un ser querido o el dolor de una ruptura amorosa, pueden actuar como desencadenantes del suicidio.
Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
Por supuesto, buscar ayuda profesional es esencial, pues psiquiatras y psicólogos pueden proveer ese apoyo que la persona con tendencias suicidas necesita urgentemente para afrontar sus problemas.
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A veces, los sentimientos negativos como el rechazo de los demás, la pérdida de un ser querido o el dolor de una ruptura amorosa, pueden actuar como desencadenantes del suicidio.
Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
La Depresión y el Suicidio
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Síntomas de alerta
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
¿Cómo ayudar a alguien que piensa en el suicidio?
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
Por supuesto, buscar ayuda profesional es esencial, pues psiquiatras y psicólogos pueden proveer ese apoyo que la persona con tendencias suicidas necesita urgentemente para afrontar sus problemas.
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A veces, los sentimientos negativos como el rechazo de los demás, la pérdida de un ser querido o el dolor de una ruptura amorosa, pueden actuar como desencadenantes del suicidio.
Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
Por supuesto, buscar ayuda profesional es esencial, pues psiquiatras y psicólogos pueden proveer ese apoyo que la persona con tendencias suicidas necesita urgentemente para afrontar sus problemas.
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Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
La Depresión y el Suicidio
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Síntomas de alerta
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
¿Cómo ayudar a alguien que piensa en el suicidio?
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
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A veces, los sentimientos negativos como el rechazo de los demás, la pérdida de un ser querido o el dolor de una ruptura amorosa, pueden actuar como desencadenantes del suicidio.
Normalmente todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen imposibles de ser solucionadas en nuestra vida, pero poniendo en perspectiva nuestras prioridades hemos logrado superarlas, a pesar del sufrimiento. Entonces, ¿qué predispone a las personas a perder esta perspectiva y a no encontrar otra salida a las dificultades de la vida que la de suicidiarse?
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
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La Depresión y el Suicidio
Una enfermedad mental que tiene que ver con este interrogante es la depresión. Además de ser una de las enfermedades más comunes en el mundo, es especialista en crear estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de pensamientos de suicidio.
La depresión afecta a la forma de pensar de las personas que la padecen, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y los pensamientos. Muchas veces, las personas que se plantean quitarse la vida ignoran el hecho de que están inmersos en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas no son más que el vivo reflejo de ese estado interior.
Síntomas de alerta
Por lo general, existen ciertas señales que pueden alertarnos de que una persona está contemplando quitarse la vida. He aquí algunas de ellas:
• Persistente tristeza que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no llega a expresar su emoción mediante este acto.
• Alteraciones en la autoestima, caracterizadas principalmente por estados depresivos en el que el individuo tiene una percepción negativa de si mismo.
• Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. De igual forma, la persona se halla incapaz o le resulta muy costoso realizar simples tareas cotidianas y de socializar con los demás. Se suele producir un aislamiento de su familia y amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir estos síntomas.
• Consumo de drogas como un escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
¿Cómo ayudar a alguien que piensa en el suicidio?
El primer paso es abrir una línea de diálogo con la persona que alberga pensamientos suicidas. Es importante tener la predisposición a escuchar, sin juzgar sus acciones o pensamientos. Uno de los caminos más importantes para conseguir esto pasa por trasmitir a la persona que entendemos sus emociones y que estas son lógicas con el momento en el que se encuentra. Es importante que la persona conserve el apoyo social a pesar de que se empeñe en aislarse.
Otra recomendación muy importante es que jamás hay que desafiar a la persona que está contemplando quitarse la vida, porque esto solo exacerbaría el deseo de hacerlo. Que una persona ya haya dicho que se iba a suicidar y no lo haya hecho no significa que no tenga valor para hacerlo y que no lo vaya a hacer. Si la retamos o no la creemos, le daremos una razón más para hacerlo.
Por supuesto, buscar ayuda profesional es esencial, pues psiquiatras y psicólogos pueden proveer ese apoyo que la persona con tendencias suicidas necesita urgentemente para afrontar sus problemas.
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